restaurando vida..

Nadie que se esté esforzando por realizar la voluntad de Dios puede negar la urgencia de la predicación del evangelio a toda criatura, a todo el mundo, hay que ir, o ir, ya, ahora, lo más rápido posible a llevar las buenas nuevas a todo el mundo, el tiempo es corto; sin embargo, no podemos olvidar, dejar de lado, marginar los que una vez gustaron de la bendición, de participar de la familia celestial y hoy ya no están por diferentes motivos, a ellos también tenemos que llegar con el mensaje reconciliador, restaurador.

Hay, existe, una fuerza voluntaria o involuntaria que en ocasiones nos lleva a una verdad profunda, pero, muchas veces olvidada: la urgencia de predicar el evangelio no es solo mirar los campos de afuera, sino que también debe de tener una mirada austera hacia adentro, Jesús nos envió a toda criatura, a todo lugar, pero también nos revelo un corazón de pastor que va en busca de la perniquebrada, la perdida, no podemos obviar, ignorar, marginar, los que una vez caminaron con nosotros, compartieron la mesa, combatieron, sirvieron, junto a nosotros.

La mayoría de las veces no sabemos la verdadera razón por la cual las personas se alejan de la iglesia, en ocasiones pueden darnos algunas repuestas del porqué, pero, en mis años de pastor he aprendido que la explicación, la razón, o la excusa que dan por el alejamiento cuando lo dan, es algo muy superficial a la realidad que los aleja de la iglesia, hay otras cosas o complejidades que están más profundas a las excusas dadas.

No podemos ignorar que en nuestro corazón existen muchas luchas espirituales que se manifiestan, que aparecen al caminar con Jesús; es un hecho que en las vidas existen diferentes crisis que son inevitables, que funcionan para el creyente como pruebas que nos revelaran la verdadera condición del corazón para con Dios.

Por lo general son crisis de diferentes índoles, de no manejarlas a la luz de las escrituras o de la manera correcta, van produciendo heridas profundas que nunca llegan a sanar, crisis que son producidas desde la condición humana, son de índole personal que tienen que ver con la relación con Jesús, de crecimiento, de madurez, es un hecho que en su sabiduría Dios no nos dejó sin guía, el nos señaló algunas cosas para continuar más allá de las circunstancias, él nos habló de diferentes terrenos (Corazones), donde la semilla del reino (La palabra de Dios) cae y produce su desarrollo.

Las pautas que encontramos en las escrituras sobre el tema algunas son: los que no llegan a entender la palabra y caen en los lazos del diablo, aquellos que van caminando porque Dios ha hecho algo en sus vidas, tienen gozo, pero cuando vienen las dificultades, las pruebas al no tener la casa edificada sobre la roca, terminan por abandonar el camino, también están aquellos que las tentaciones, el deseo de alcanzar las cosas materiales de este mundo, pierden de vista el mundo de la fe, están los que no se quieren someter a las autoridades establecidas por Dios en la iglesia, están los llamados por Dios, pero no están dispuestos a pagar los costos del servicio, el sacrificio del servicio, están los engañados que buscan aspiraciones personales dentro de la iglesia, etc., etc.,

Este cuadro puede llevarnos a preguntas cruciales, vitales, que nos trascienden a nosotros los hombres y pueden ir más allá de nuestro compromiso o entendimiento, por ejemplo: ¿Cómo podemos ayudar a los que se quedan en el camino? ¿Cómo edificar una vida de fe que resista las tinieblas? ¿Cómo pasar las tormentas o crisis de la vida y no quedar en el intento? Dentro de mi corazón con la sabiduría de los años y las diferentes dificultades atravesadas tanto como los que están dentro de la iglesia, como aquellos que se han salido del camino, es detenernos en esos caminos antiguos o recientemente pasados y escudriñar las diferentes situaciones, o heridas recibidas como una oportunidad de aprender con el fin de cimentarnos en amor y ser edificados sobre la roca inamovible de Cristo, a los que aman a Dios todas las cosas nos ayudan a bien.

Recuerdo que la primera vez que vine a la iglesia cristiana, invitado por el pastor Lauro Díaz, hijo del ministerio que Dios me había confiado en aquellos días Jesus es el Camino, Lauro me cuenta de hermanos que se habían quedado, y lo que viene a mi corazón es realizar una campaña la cual llamamos Regresando a Casa, la cual hicimos en la vereda que daba sobre Chimborazo, esa campaña la hicimos durante años en diferentes lugares donde hemos estado con la esperanza de que aquellos que se han quedado, apartado de la iglesia vuelvan a la misma.

Regresando a casa, como Sembrador de fe, Igeca, América para Cristo, UnidosXCristo, y ahora Sobre la Roca, nunca ha sido mi deseo hacer un movimiento más con fines de campaña tradicionales, sino que hay en mi corazón un eco del corazón del Padre, de extender siempre una mano para que las almas vuelvan a los brazos del Padre, llegar a ese pastor por momentos con sentimiento de huerfanismo, porque están con falta de ayuda, de favor, apoyo, de calor de hermandad, de obreros etc., etc., no queremos ver esta realidad, pero realmente es más común de lo que pensamos, basta recorrer el mundo espiritual y veremos esta realidad.

Construir, tender puentes entre la gracia de Dios, y los que están cansados, los que se sienten huérfanos, los que se alejan, que tienen expectativas semis agotadas, que quizás se sienten con manos vacías, es algo establecido muy fuerte en mi corazón, al mirar ese espectro, esa visión, no estoy pensando en el simplismo maravilloso de las segundas oportunidades, más bien pienso en la invitación, en el desafío, en el deseo ardiente de Dios el Padre que ese hijo pueda alcanzar la plenitud de Cristo y que esos acontecimientos por pequeños que sean si aprendemos la lección seremos un cristiano de mejor valor y con un excelente mayor peso de gloria.

Nunca he tenido la vocación de recibir a nadie con palabras de reproche, de juicio, de condenación, de soberbia, por el contrario, siempre mi deseo es recibir al otro como Cristo me recibió a mí cuando estaba perdido en mis delitos y pecados, desde mi ministerio de evangelista veo los campos maduros esperando por segadores llamados y enviados del, Padre, pero, hay una parte de mi corazón de pastor que me lleva a tener un espíritu de ternura y misericordia hacia las almas, nunca he pensado en el creimiento de ser más que, ni mejor que, siempre he pensado, he considerado a mis hermanos en una misma línea, como el palo horizontal de la cruz, todos a la misma altura, con diferentes dones, talentos y ministerios, pero todos hijos de un mismo Padre, redimidos por una misma sangre, unidos en el Espiritu Santo.

Creo de corazón que el deseo del Padre es que las almas sean restauradas, sanadas, robustecidas en la fe, el amor y la esperanza, y todo lo que se haga en pos de esto más allá delos costos sacrificios es  voluntad de Dios;

Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu. Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne. 

                                                   Judas 1:17-23