el poder de la palabra
Yo dije: Atenderé a mis caminos, Para no pecar con mi lengua; Guardaré mi boca con freno, En tanto que el impío esté delante de mí.
Salmo 39:1
Tengo una apreciación algo embriagada en la semántica, como que encuentro cosas en el mundo de las palabras y las expresiones, que están hoy sobrevaloradas, mientras que otras infravaloradas, algunas son directamente distorsionadas o despreciadas, mientras que otras han sido olvidadas, que pertenecen a un mundo de antaño, sacadas de algún libro polvoriento o de alguno que parece ser que va saliendo de circulación para ir a la biblioteca de la vida porque quizás en algún momento necesitemos de la narrativa, del discurso, de la disertación que en él se encuentra.
Pero es imposible ignorar que el lenguaje, la expresión es un reflejo, de la sociedad en que vivimos, y más allá que nos guste más o menos, más allá de la sobrevaloración, o la infravaloración, algunas, pocas, o muchas palabras nos reflejan, nos manifiestan, no dicen mucho como somos, como pensamos, que palabras privilegiamos o elegimos a la hora de expresarnos; las palabras que dejamos atrás o olvidamos nos señalan que estamos cambiando, la palabras van marcando características de nuestro presente, las palabras no solo cuentan o nos relatan algo del pasado o del presente sino que también van moldeando futuro.
Ahora bien, la infalible e imperecedera palabra de Dios nos señala una verdad esencial, fundamental, primordial que no debemos de tomarla a la ligera, Jesús nos dice lo siguiente: que el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque la abundancia del corazón habla la boca; (Lucas 6:45) las palabras no se separan, no se disgregan de lo que hay en el corazón, Jesús nos está diciendo que nuestras palabras y las acciones son un reflejo de lo que llevamos dentro y siempre más tarde o más temprano saldrán a luz, no podemos fingir eternamente lo que no somos, no podemos esconder para siempre lo que hay en nuestro interior.
Amado hermano, amada hermana, hay un poder revelador en nosotros ya sea a través de las palabras que elegimos para comunicarnos o de las acciones que realizamos, tenemos un llamado divino a la transformación del corazón, esto no es un asunto para tomarlo a la ligera, no resulta para nada fácil, porque son una serie de procesos que van cambiando, transformando nuestra manera de pensar, de ser, de ver las cosas, por lo consiguiente nuestra manera de expresarnos y de accionar va a cambiar a medida que somos transformados, Pablo dice: Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. (1Corintios 11:11)
Hay que ser terminantes en cuanto a la siguiente verdad; sin trasformación, no hay crecimiento espiritual, el apóstol nos expone una metáfora, una semejanza, una analogía muy significativa, que apunta directamente al crecimiento, desarrollo y madurez espiritual¸ Pablo señala de una manera que todos podemos entender, el contrasta la niñez con la adultez, y expone la niñez como un distintivo de inmadurez y limitación, pero, una vez que crecemos dejamos lo que era de niño, llegar a la madurez espiritual requiere el desarrollo de diferentes aéreas de nuestras vidas, el verdadero desarrollo comienza en nuestro interior, en lo más intimo de nuestro corazón y que esa transformación no es algo mágico, ni inmediato, ni sencilla, son una sucesión de diferentes procesos que impactan en nuestras vidas tocando nuestros sentimientos, nuestra manera de expresarnos y de actuar.
Bueno, subamos un escalón más y asociémonos de ser posible a un Dios de orden; Dios es perfecto y ordenado en todo lo creado, basta con observar el universo que nos rodea, como mirar hacia nosotros mismo y realmente mirando en ambas direcciones podemos extasiarnos en la perfección suprema y en el accionar de la creación toda; nuestro propio cuerpo es un testigo real del orden, la perfección y del accionar armonioso y perfecto; en ocasiones repetimos conceptos sobre el cuerpo humano que por lo general suelen ser verdaderos y poderosos, sin embargo, para el creyente que comienza a tener revelaciones de Dios a través de su palabra, hace que todo nuestro cuerpo comience a trasmitirnos, hablarnos a susurrarnos directamente al alma sobre Dios soberano y creador quien tiene una mente perfecta y ordenada.

Un lugar para cosa y cada cosa en su lugar, este adagio, este dicho popular nos trasmite la idea de un orden pre establecido para cada cosa; Dio no es un Dios de confusión, sino de paz y de orden que se manifiesta de forma natural, en ocasiones imperceptible al hombre, estar fuera de ese orden lo que se genera es lo opuesto; el desorden por lo general trae como consecuencias directas el caos, los desconciertos, confusiones, perdida de rumbo o en el peor de los casos lo rodea con tinieblas llevándole a sacar los ojos de Jesús, autor y consumador de la fe; no ha estado usted frente a alguien que diciendo ser cristiano le diga: Ya no sé, que creer; ya no sé, que pensar; ya no sé, que hacer; ya no sé, ni a quién creer; etc., etc., esto sí que es lúgubre, sombrío, tétrico; más cercano a la muerte que a la vida misma, la confusión, el desorden, el desbarajuste, es como un laberinto que no le permite al hombre hallar una salida al orden, a la disposición de lo divino para esta vida presente y venidera.
Sé que esto puede sonarte a locura, pero, cuando el alma baja, saca los ojos de Jesús, como que pierde su brújula, su norte, la luz, la claridad de la fe hacia lo que cree, o lo que espera, esto es el resultado, la consecuencia de un interior donde sus pensamientos no están claros, no están firmes en su fe, en su interior se genera una especie de desconcierto espiritual; por momentos estamos en la cima de la montaña y por momentos somos arrastrados por la corriente de este mundo, esa sensación puede realmente demoledora, dolorosa, pero si nos volvemos a Dios, a su palabra, también puede ser un punto de partida a la madurez cristiana, volviendo a la búsqueda del plan original, del propósito divino
La boca del justo producirá sabiduría; Mas la lengua perversa será cortada. Los labios del justo saben hablar lo que agrada; Mas la boca de los impíos habla perversidades.
Proverbios 10:31-32
El enemigo de las almas busca su ganancia en estos desordenes, porque el resultado es un matete, es un enredo de pensamientos, son como una multitud de lazos sobre el alma, porque las palabras vanas empobrecen, la insensatez hace al necio, produciendo infatuación, engreimiento, envanecimiento, jactancia, etc., etc., todo esto produce una sinergia donde el temor, la inseguridad, la incertidumbre, la perplejidad de la propia vida lleva a lo errático, a escuchar a unos y a otros, escuchando de aquí y de allá, revolviendo en las redes sociales; sin darse cuenta el hombre se ata; lo que ha hecho es buscar material o información de acuerdo a lo que se es y piensa, porque en definitiva todo hombre, toda mujer, es conforme al pensamiento en su corazón. (Proverbios 23:7)
El alma que no ha experimentado un nuevo nacimiento o no ha tomado el camino de la fe con decisión y convicción, queda en medio de una multitud de voces, que confunden y esclavizan, oportunidad que es aprovechada por el enemigo de las almas, el sabe que tiene una tierra fértil y puede sembrar su semilla de confusión, de engaño y muerte, al alejarlo de la verdad; las escrituras no solo identifican al diablo como enemigo, sino que identifican al mundo y a la carne que también tienen voces contrarias a la voz del Espíritu, cada uno de estos enemigos tienen su voz, actúan como verdaderos lazos que enriendan el pensamiento y el corazón creando un verdadero desorden en el interior del hombre y de la mujer que terminan por apartarlos de la verdad, de la vida, de Cristo.
Pero hay esperanza para salir de este matete conspirativo en contra de la buena salud del alma, hay que volver a la fuente de la palabra, la palabra que proviene de Dios es espíritu y vida (Juan 6:63) o de las palabra que elegimos para comunicarnos que sean aquellas que edifican, palabras llenas de buenos propósitos y deseos, palabras que exalten todo lo honesto, todo lo puro. Todo lo que es de buen nombre (Filipenses 4:8-9), palabras cargadas de fe, de confianza, de esperanza, de bendición, etc., etc.; las palabras tienen que ser verdaderos agentes conectores con nuestro Dios y sus deseos, con nuestros deseos y la fe que profesamos, las escrituras nos enseñan que con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación (Romanos 10:10); las palabras sabias satisfacen igual que una buena comida; las palabras acertadas traen satisfacción la manera que utilizamos las palabras pueden traer, acarrear vida o muerte(Proverbios 18:20-22); hablar demasiado nos conduce al error y es probable que al pecado(Proverbio 10:19) , tenemos que esforzarnos por ser prudentes y mantener la boca cerrada(Salmo 39:11), el verdadero sabio emplea pocas palabras; la persona con entendimiento es serena; hasta los necios pasan por sabios si permanecen callados. (Proverbios 17:27-28)

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres
Juan 8:31-32
Cuando el enemigo busca tu vida va armando lazos, te va buscando la boca, esos labios, esa boca que tiene poder va confesando en menor o mayor medida lo malo, lo injusto, lo negativo, poniendo tildes de imposibilidades, de impedimentos, de complicaciones insuperables, sin darte cuenta vas hablando y pensando como un hombre o una mujer que vive sin Dios, tenemos que vencer esas provocaciones del propio lenguaje de un mundo sin Dios, tendrías que hacer, tendrías que comportarte, tendrías que reaccionar como si fueras sordo, no oír, lo que no te edifica, no oír lo que no te potencia como hijo, hija de Dios; tendrías que ser o tener un comportamiento como si fueras mudo, no abrir tu boca para hablar cosas que no convienen o que arrastran maldiciones, porque en tu boca hay poder, vida, esperanza; en el temor de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos; el temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte; Proverbios 14:27
Alcanzar metas divinas es lo más, estar perfumado, impregnados en nuestros pensamientos de un mensaje profundo lleno de convicción reflejando lo que creemos, respirando vida, el poder de la palaba no es un simple concepto o simbolismo, la palabra en boca del justo es una herramienta espiritual, que puede edificar o destruir, la lengua a pesar de ser un miembro pequeño se jacta de grandes cosas, cuan grande bosque enciende un pequeño fuego, y la lengua es un fuego, un mundo de maldad, la lengua esta puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno (Santiago 3:5-6) Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo (Santiago 3:9) callar lo que no edifica y cerrar el oído a lo que no fortalece es ser sabio, ser mudo, ponerle bozal a su lengua ante lo dañino no es debilidad es discernimiento y dominio propio.
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención
Efesios 4:29-30
No te estamos diciendo desde aquí que dejes de hablar, de conversar, de dialogar, de comunicarte con las personas o de oírlas de forma literal, fiel, propia, en ninguna manera, simplemente queremos comunicar la idea de que hay otra manera de hablar, para que vallas adquiriendo un lenguaje, una manera de comunicarte de acorde a lo que crees de Dios, queremos humildemente animarte a que uses las acciones, el lenguaje, la comunicación, no solo desde la perspectiva humana, sino como verdaderas y poderosas herramientas espirituales, con el fin de alcanzar, formar y transformar vidas; Las palabras del justo son como la plata refinada; el corazón del necio no vale nada. Las palabras del justo animan a muchos, pero a los necios los destruye su falta de sentido común. (Proverbios 10:20-22)
La iglesia es, fue y será columna, baluarte de la verdad (1 Timoteo 3:14-16), instrumento poderoso y vivo de Dios Espíritu Santo, amante, trasmisora y protectora de la verdad del evangelio en medio de un mundo cambiante, la iglesia es más que un edificio o una institución, la iglesia es el templo, la casa del Dios viviente llamada no solo a predicar y enseñar las escrituras, sino a reflejar la santidad, la justicia, el amor y la fidelidad de Dios; necesitamos una iglesia con un corazón misericordioso, pregonera y poseedora del amor de Dios, vivificada por medio de la fe y la acción de Dios Espíritu Santo, la iglesia llamada a escudriñar las escrituras, por discernimiento y comprensión elige cada palabra y cada acción como quien elige la buena semilla con el fin de sacar el mejor provecho y rendimiento de la misma; cada palabra, cada acción de la iglesia dan testimonio de vida, de salvación, de Dios, proclamando que toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16)
Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.
Filipenses 4:5-6
Abundantes bendiciones en Cristo para todos en nombre de Jesús
